Los vecinos de San Valentín homenajearon a Maximino Souto Balado, presidente fundador de la cooperativa de viviendas
Hay personas a las que, aunque ellos no lo quieran por pura modestia y humildad, es necesario reconocerles su labor social, cultural, económica o política porque, de lo contrario, se corre el riesgo de que su figura y, con ella, sus buenas obras se pierdan en la nebulosa del tiempo.
Cierto que las cosas funcionan mejor y alcanzan antes sus objetivos cuando el protagonista es colectivo. Por eso, desde su convalecencia, Maximino Souto Balado, presidente fundador de la cooperativa de viviendas de San Valentín quiso, a través de unas palabras sentidas que leyó su mujer Irene durante el acto de reconocimiento, recordar al grupo humano que, junto a él, comenzaron en la década de los 60 a hacer de esta parroquia fenesa lo que pocos
El pasado sábado, y con la asistencia de un gran número de personas con buena memoria, la iniciativa de un grupo de vecinos del barrio que surgió hace ya unos cuantos meses y que contó con la colaboración del Centro de Promoción Social de San Valentín y el Concello de Fene, por fin se materializó. En la plaza principal del barrio, y con la asistencia del alcalde, Iván Puentes, y la vicepresidenta de la corporación, Rita Couto, se descubrió un monolito con el que sus convecinos, amigos y compañeros quisieron recordarle como lo que es: el alma máter de una iniciativa que nació en 1967 y que llegó a tener más de 1.200 socios, la mayoría trabajadores de la antigua Astano que, gracias a ella, pudieron dotarse de viviendas. Así lo recuerda uno de los colaboradores en el homenaje, el directivo del CPS José Fonterosa, quien atribuye a este grupo, y especialmente a él, las gestiones y la lucha por los intereses de los demás. La solidaridad tiene señas de identidad y, como decía un locuaz personaje, “el fútbol, y la vida en general, son también nombres propios”. Y Souto Balado es uno de ellos.
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